Buenas noches a todos, señor alcalde, señor cura, vecinos, amigos y familiares, tanto a los presentes como a aquellos que ya no están pero que permanecen en nuestra memoria y corazones.
Para aquellos que quizás me conocen menos, déjenme que responda a la repetida pregunta de cada verano, sí, la típica pregunta de “¿y tú de quién eres?”. Mi nombre es Carlos García, hijo de Cecilia y Fernando, nieto de Isabel Martínez, hermana de Manuela, Crescencio, Marcelino, Juanito y Visita, y nieto de Ricardo García Blanco, hermano de Eulalia, Masi el Chato, Anselmo el Zapatero y Virtudes. Y para muchos, quizá acabamos antes si digo que soy el de “los catalanes”, hermano de Fernando y Bárbara.
Hace cosa de un mes, estaba en una reunión de trabajo y recibí un mensaje de mi padre que me dejó helado: “Hijo, el alcalde nos ha contactado para dar el pregón, necesitamos contestarle si tú podrías y querrías”. La verdad es que tardé un rato en recomponerme, una gran responsabilidad al igual que un honor tremendo. Vamos, sentí en el estómago algo así como lo que todos sentimos cuando nos enamoramos o estamos ante un examen final, vamos, hay trenes que no hay que dejar pasar.
Después de aparecer mencionado en un pregón hace ya como 15-20 años, ya sabéis, uno de esos jueves pre-fiestas, chupitadas que como todo, se sabía cómo empezaba, pero no cómo acababa (nunca mejor dicho en aquel caso), poder estar hoy aquí con todos vosotros, dando inicio a las fiestas de nuestra queridísima Virgen del Rosario, es una muestra de que se puede mejorar ademas de ser afortunado por tener este honor.
Hoy me presento ante vosotros no solo como pregonero, sino como un hijo adoptivo de esta tierra, un hermano que, si antes tenía que recorrer unos 557 km desde Igualada, mi ciudad natal cerca de Barcelona, hace once años se ha subido la apuesta y quizá pasaremos “de los catalanes” a “los chinos”, teniendo que recorrer unos 15,396 km para venir desde China a nuestro querido pueblo.
Once años donde, aunque no siempre posible, se hace lo imposible para estar, ya que siempre mantengo al Villar en el corazón, mi pueblo, donde sigo sintiendo el mismo cosquilleo que en la infancia para venir y ver a todos mis amigos como Marcos, Javi, Félix, Rubén, Armando, Juanjo, José Ramón, Jonathan, Edu, Miriam, la Romereta, Tamara, Laura, Almudena, Cristina e Inés, entre muchos otros, sin olvidar a mis primos y vecinos Víctor, Alberto, Roberto y Rosamparo.
Siempre recuerdo esos viajes de madrugada, 6 horas de pura alegría hasta llegar al pueblo, el sonido de parar el motor en el silencio del pueblo aún dormido, descargar el coche y de buena mañana empezar la ruta de visita a la familia: visitar a la tía Eulalia, el tío Anselmo, ir a casa de Paco y Visita para saludarles, así como a los tíos Alfonso, Rosarito, Paquito y Mari Carmen y, en especial, los primos. Muchos de ellos ya no están, pero estamos todos nosotros para recordarles y hacerles eternos. Así que, como muchísimas otras personas a las que tenemos presente, especialmente aquellos que nos dejaron antes de tiempo como “el Vallecas” y nuestro querido Miguel, que con mucha estima sigue presente con nosotros en las fiestas a través de todo ese equipo valenciano con su nombre, un aplauso para ellos.
Hay muchos recuerdos de tantísimos años creciendo en nuestro querido pueblo, verano tras verano, donde los amigos nos reencontrábamos como si no hubiera pasado el tiempo, y qué tristeza nos invadía cuando la gente empezaba a marcharse y tocaba irse.
Recuerdo mirar por la ventana de la casa, en frente del bar Goyo, deseando ver a alguno de los muchos amigos, el poder ir con la abuela Isabel a comprar a la tienda de la abuela de Miriam, Placida, que yo creo que aquella tienda fue la inspiracion del Aliexpress actual, podias encontrar de todo; ir a la panadería de Alfredo, como ahora, a comprar el mejor pan del mundo, el montón de kilómetros de idas y venidas de un punto a otro del pueblo, y lo que no era el pueblo. Salidas en bici por la sierra del pueblo, que sin saber ni cómo ni por qué, aparecíamos en otro pueblo, que resultaba ser, por ejemplo, Torralba; volviendo por carretera, llegando a las tantas a casa, y ponerse a jugar a cartas para disimular. O salidas en bici donde alguno acababa perdido, y alguna de nuestras madres pegando la bronca a nuestros padres… ¡qué irresponsables! ¡Y qué bonitos recuerdos!
Esos momentos en que nuestros padres y abuelos nos obligaban a echarnos la siesta cuando lo único que queríamos era salir para seguir corriendo y jugando por el pueblo, partidas de frontón, de fútbol, era un no parar. Eso sí, señor alcalde, si hubiéramos podido tener una piscina, la eterna promesa, los chavales le hubiéramos hecho un monumento.
Otra de las grandes costumbres veraniegas era la de descubrir nuevos primos, que si primo segundo, tercero, cuarto, quinto… vamos, al final, pues eso, ¡todos somos familia! Hasta mi mujer de China, si rascamos un poco, igual es prima lejana de alguien.
Y vaya rutas del bacalao que nos pegábamos con la complicidad de nuestros padres, y ahora que no nos oye la guardia civil… llenando el coche hasta las trancas de gente, no nos perdíamos una, que si las fiestas de Torralba, que si las fiestas de la Ventosa, Bolliga… era un no parar. Por si faltaba algo, pues hasta nos fuimos alguna vez a ver la casa de José Luis Perales, lástima que no nos estaba esperando para invitarnos a algo.
Y cómo olvidar todo el proceso del antes, durante y después de nuestras queridas fiestas de la Virgen del Rosario. Esas chupitadas, melonadas y muchas otras “adas”… El tener que limpiar lugares que no os queréis imaginar, bueno, no hace falta que imaginéis porque estoy seguro de que todos habéis tenido que vivirlo, allí había de todo menos miedo, bueno, alguno que otro siempre intentaba escaquearse lo que podía, pero bueno, aquello también era y es parte de la salsa de las fiestas.
También recuerdo salidas nocturnas en coche con familia y amigos a la fuente del abuelo Benito, la fuente del Gallo, en busca de ver jabalíes y quedarnos en silencio por la zona, la mayoría de veces no veíamos nada, pero menudas risas nos pegábamos.
A pesar de ser un afortunado por poder visitar muchísimos lugares, ni Las Vegas con todas sus casinos, San Francisco con su golden gate, Turquia con su mezquita azul, Grecia con su partenon, ni Australia con sus koalas, o el vivir en Shanghái, el país con el metro más largo del mundo, lleno de rascacielos, y visitar otras partes de China, con muchos templos, palacios, rios y montañas, al igual que os pasara a vosotros con el monton de lugares que hayais visto, creo que estaremos todos de acuerdo si digo que, en ningún sitio se está tan bien como en el pueblo de Villar de Domingo García. Así que afortunado me siento cuando puedo estar aquí con la familia y todos vosotros, el mejor momento del año sin lugar a dudas.
Mi esposa Lisa, del norte de China, como ya hizo mi madre, mi hermano Fernando y mi hermana Bárbara, que hoy no puede estar aquí por haber dado a luz a su primer hijo, Alejandro, hace unos días, así como yo mismo, hemos encontrado en Villar nuestro hogar.
Mi mujer e hijos, a pesar de las diferencias culturales, han abrazado nuestras costumbres y se han sumergido en la calidez de nuestra gente. Mis hijos de vez en cuando me van preguntando que cuándo vamos a ir al pueblo, que quieren comer toro… vamos, que por mucha verdura que comen en China no han salido muy veganos por ahora. Mi mujer y yo, deseamos que nuestros hijos Austin y Adaline y futuros nietos, si Dios quiere, puedan disfrutar y perpetuar el legado de este lugar mágico, así como puedo ver muchísimos amigos hoy aquí presentes y año tras año haciendo con sus hijos, ¡tenemos fiestas para rato! ¡Viva la Virgen del Rosario!
Y bueno, para ir acabando, nací en Igualada, Barcelona, pero es aquí, en Villar, donde las raíces de mi padre Fernando y familia paterna se entrelazan con los afectos de mi madre Cecilia, donde he crecido y me he enamorado del lugar y de su gente, nuestra gente, todos vosotros y como no, de nuestra Virgen del Rosario que honramos con estas fiestas en su honor. Villar no es solo un lugar en el mapa; es un hogar que nos elige, que nos acoge con generosidad y nos enseña que la identidad no se limita a un lugar de nacimiento, sino que se forja en el amor y en la memoria compartida.
Hoy, alzando la voz en este pregón, quiero transmitiros no solo mi amor por este nuestro pueblo y que doy a conocer a los cuatro vientos siempre que aparece la oportunidad allá donde esté, así como amigos de todos los continentes pueden atestiguar, sino también la promesa de que, sin importar dónde me encuentre, Villar siempre será el faro que guíe mi regreso. Que nuestras fiestas sean un canto a la vida, un abrazo que trascienda fronteras y generaciones. Y como decía hace unos días nuestro amigo Mario, que sigamos siendo un pueblo hermanado como hasta ahora.
Con el alma llena de gratitud y los ojos brillantes de emoción, os invito a celebrar conmigo, a recordar conmigo, a soñar conmigo. Porque Villar de Domingo García no es solo un lugar, es un sentimiento, es una familia.
¡Viva la Virgen del Rosario!
¡Viva la Virgen del Rosario!
¡Viva los banceros de la Virgen!
¡Viva Villar de Domingo García!
¡Viva las peñas del villar!
¡¡¡Que empiecen las fiestas!!!
Carlos García Martos
(15-agosto-2024)