PREGÓN DE LAS FIESTAS EN HONOR DE
LA VIRGEN DEL ROSARIO PATRONA DE
VILLAR DE DOMINGO GARCÍA. AGOSTO 2004
Mª. Jesús Carballo Ballesteros
Sr. Excmo. Señor Alcalde-Presidente, Cura-párroco, Concejalas y Concejales, demás autoridades, queridos paisanos y familiares, visitantes y forasteros, amigos todos.
Un saludo agradecido por el privilegio de haber recibido la entrañable invitación de dirigirme a todos vosotros en el inicio de estas Fiestas de la Virgen del Rosario y el honor de poder compartir con todos esta oportunidad en el lugar donde están arraigadas mis raíces familiares, en este año que es el cuarto del segundo milenio de nuestra era.
La Virgen del Rosario, la de la Corona de Rosas, la que dió a Santo Domingo de Guzmán en Francia, allá por el año 1205, un arma poderosa para conversión de herejes y pecadores: el Rosario (oración mental y verbal con veinte Misterios de Su vida y la de Jesucristo para llegar a Dios). Apareciósele con su Niño mientras rezaba, le entregó el Rosario y pidióle que enseñara a la Iglesia la devoción del Santísimo Rosario.
La que siglos después en Fátima se proclamó como la Virgen del Rosario y en Lourdes apareció con el Rosario en las manos…
Y bien es verdad.
Cómo explicar si no que incluso aquí llegan sus manos por unos días de manera manifiesta.
¿No es hermoso que las familias de este pueblo se unan en estas fechas al amparo de una celebración, y que quienes no se ven durante largo tiempo pasen juntos estos días de asueto y jolgorio?.
¿Y no es entrañable que todos unidos trabajen para organizar y preparar las fiestas?.
¿Qué mueve a los jóvenes a trabajar junto a los ya menos jóvenes a preparar las barreras para que todos podamos gozar del festejo taurino, y que cada uno aporte los útiles para que mayores y visitantes puedan contemplar a esos valientes que hacen sus cabriolas delante de los astados para su disfrute?.
¿Y a los niños a participar en las carrozas inventando mil disfraces o en los juegos aprendiendo aquello de “que lo importante es participar”?.
No quiero olvidarme de las mujeres de este pueblo. Tronco común y sostén de tradiciones y enseñanzas de esta tierra, quienes con sus historias del ayer no dejan que olvidemos a quienes han ayudado a levantar la economía familiar de cada una de nuestras casas. Y un claro ejemplo de lo que digo nos lo demuestran día a día con su participación en la Hermandad de Nuestra Señora del Rosario, verdadero tesoro de conservación de tradiciones villarenses y que año tras año logran mostrarnos lo más hermoso: “que la tradición pasa de madres a hijas con el mismo fervor, si no más, que aquel que recibieron de sus abuelas”. Cada fiesta engalanan a nuestra querida Virgen del Rosario con las mejores vestiduras para que todos invoquemos a Dios en Su Nombre, para que la veamos en todo su esplendor y nos anime a cumplir las promesas de devoción que nos juramos llevar a cabo cada año.
Ella, a cambio de estas oraciones, cuenta a cuenta de este preciado collar que nos legó, se compromete a salvar nuestras almas, a cubrirnos con su manto protector, a ser partícipes de los méritos de los bienaventurados,…
Esto es lo que hoy nos convoca en estos días de alegría y paz espiritual, lo que no impide la parte más “humana” de toda celebración: el jolgorio y la juerga, la danza, el desfile, la feria.
“ Salve, María, Madre del Rosario,
Salve, Princesa de la Humanidad.
Tiende tu mano a los que imploramos,
siempre nos proteja tu bondad.
Los que, peregrinos en tierra de paso,
Buscamos alivio a nuestros dolores;
te invocamos Madre, Reina de los cielos,
sabiendo que tú, estás siempre atenta,
nos cuidas con mimo, nos colmas de amores….”
A este himno a María Santísima del Rosario en sus Misterios Dolorosos nos unimos en este pequeño pueblo del Norte de la provincia de Cuenca, en la Comunidad de Castilla la Mancha, en España, cuyo nombre proviene de "Dominus García", Don García, tercer obispo de Cuenca.
Y como en todo pregón que se precie se acostumbra a rememorar acontecimientos de épocas pasadas, en un devenir de recuerdos personales, como si se tratase de rezar el rosario propio de la vida de quien os habla, allá van unas leves pinceladas de lo vivido en este nuestro Villar no ha mucho tiempo, ¡no creáis!, en aquellos veranos y vacaciones junto a abuelos, tíos y primos.
Recordando con cariño y emoción la inquietud de la única abuela que conocí, sin parar de ir de aquí para allá, entre sartenes y el fuelle de la lumbre.
Añorando aquellos tiempos, cuando al calor de la lumbre con el crepitar de las llamas, los abuelos nos contaban historias de sus abuelos y una manera de vivir más sencilla pero mucho más dura: sin luz eléctrica ni agua potable en las casas, con las mujeres yendo a la fuente a por agua con el cántaro sobre la cadera y las ropas recién lavadas a mano en el río con jabón de casa, con los animales en las cuadras y las gallinas en el corral.
Y en el verano, calle arriba y abajo disfrutando del tiempo libre, con los libros encerrados en el desván hasta ser reemplazados por otros nuevos, si habíamos hincado los codos.
O esas canciones que cantábamos sin tono pero con alegría ¿verdad chicas?.
Entonces no había juegos de ordenador ni máquinas que enturbiaran la imaginación de los más pequeños.
Luego ha llegado la “civilización computerizada”, bienvenida sea y para bien de todos, pero quién no recuerda esas noches de juegos en los que no se sabía si la luz de las calles nos iba a obligar a jugar a la gallinica ciega buscando nuestra casa en la oscuridad.
Siempre oyendo a los mayores que me rodeaban quejarse de las nuevas maneras de la juventud sin entender por qué gruñían. Ahora sé por qué, ¡ay la madurez!. Pero creo que, en fin, aquellos tiempos de infancia no son mejores que éstos, simplemente son los de cada uno, y cada cual tiene sus propios recuerdos.
Ya no veremos a las abuelas ir a la iglesia con aquellos velos negros pues otras modas han llegado, ni tendremos que buscar en los baúles los trajes de antaño, las enaguas y refajos tradicionales, ya que los museos nos los muestran. Los hombres se han olvidado de las abarcas. Pero aquel olor a naftalina aún perdura en mi memoria y mis recuerdos son míos y nadie me los quitará.
Y esas tertulias nocturnas, que se resisten a morir en el olvido pues aún perduran, contando las anécdotas de la vida y los acontecimientos diarios. Fuente de hermandad vecinal, las envidian los que habitan en las grandes urbes, y algunos nos resistimos a abandonar pese a la brisa helada de las noches de esta tierras.
Ya no necesitamos escudriñar en nuestra mente las caras de quienes han convivido con nosotros pues los álbumes de fotos e incluso alguna exitosa serie de televisión aviva la historia más reciente, se reeditan con éxito los discos de los ochenta y algunos cantantes de entonces aún siguen editando su música en otros sistema más modernos dejando de lado los discos de vinilo, pero los valores de espíritu de lucha y de que la vida no se resuelve apretando un botón ¿quién los transmitirá?.
Yo seguiré añorando aquellos tiempos, cuando al calor de la lumbre con el crepitar de las llamas, los abuelos nos contaban historias de sus abuelos y una manera de vivir más sencilla pero mucho más dura.
Para terminar, y como las prisas de la noche se nos echan encima, esta humilde servidora de todos vosotros, os desea unas Felices Fiestas en compañía de familiares y amigos, sin olvidarnos de quienes por avatares de la vida no están a nuestro lado.
Y os hago un ruego: que no olvidéis a quienes por cualquier motivo o pretexto no saben o no pueden disfrutar de la alegría y felicidad de estos días, que intentéis llegar a ellos con una mano tendida a sus corazones hasta lograr sacar de ellos la sonrisa que todos tenemos y que para algunos es más difícil de mostrar. En realidad, creo que nuestro compromiso de ayudar a los demás es la mejor muestra de cariño y devoción que el ser humano puede realizar.
Que la Virgen del Rosario se muestre a todos como Madre y Reina de la Paz.
¡QUE EMPIECE LA FIESTA!
¡¡¡¡ VIVA LA VIRGEN DEL ROSARIO !!!!
¡¡¡¡ VIVA EL VILLAR !!!!
Mª Jesús Carballo Ballesteros
20 de agosto de 2004