PREGÓN DEL VILLAR DE DOMINGO GARCÍA 2007
Por María Visitación González Arribas. Mª. Visitación

¡Buenas noches!

Y de verdad espero que sean Buenas para todos, amigos y amigas, autoridades y especialmente mi familia que ansiosa y sorprendida estará por verme aquí.

Esta tarde me he acercado a la iglesia y le he pedido a la Virgen del Rosario, nuestra fiel Patrona que tanto queremos y a la que invocamos en esos momentos de tristeza y de deseo, que me arrope con su bonito manto y me de toda su gracia especial para salir airosa de este inesperado y difícil trance en el que me encuentro: Pregonar las Fiestas de mi pueblo.

Al igual que cualquier torero cuando va a salir al ruedo, siento ese nudo que ahoga, pero no mata es verdad, y que espero no me impida poder trasladaros un breve Pregón que he tenido que preparar al aceptar la petición que me hicieron hace unos días y que me ha llenado de orgullo por lo que supone, pero a la vez, me ha embargado de profunda responsabilidad por lo que representa.

No hace falta que os diga que no soy la persona más adecuada para llevar a cabo tal tarea, al haber tantas personas cultas, bien preparadas e ilustres que podían haber sido elegidas, pero quisiera que entendierais que por mi condición de herencia nunca he sido capaz de negarme a nada que suponga colaborar con nuestro pueblo. Al que he llevado y llevo en el corazon desde el mismo momento en que nací.

Como no es un pregón de ilustre personalidad, debería presentarme a quienes no me conocen. Soy Visi la de la Sinfo y Benito, la Visitilla para muchos, casada con Jesús y amante de mi familia y como no, de la fiesta sana y alegre. No soy una persona relevante, simplemente una ama de casa y madre de familia que le gusta participar en todo cuanto supone dar un toque de alegría especial, disfrazarme, correr el maratón, hacer aeróbic, bailar una jota o preparar una comilona para cien. Creo que provocar el placer de divertir y sentir la misma sensación en uno mismo es algo que mantiene y alarga la vida, creyendo de esta manera que es una forma elegante de fortalecer los lazos de familia y reforzar amistades iniciadas.

He hecho un Pregón al hilo de una reflexión y varios recuerdos. Reflexión. Por cuanto supone el papel de la mujer, reivindicando con toda la fuerza posible, la labor que siempre han hecho nuestras abuelas y madres y, ahora, hacemos todas y cada una de nosotras. No es posible entender tanta violencia de género, cuando el respeto y la libertad de cada uno es propio de la persona y en ese deseo de fuerte humanidad está la comprensión y el reconocimiento. Quizás nuestra condición no nos permita realizar esas duras labores del campo, ni tampoco en fiestas hacer barreras o conducir remolques, pero nadie podrá negar nuestra exigente labor callada, o a gritos depende del momento, de lavar las camisetas de la peña, hacer los caldos y comidas, preparar nuestros hogares y participar en todo cuanto se nos pide, con la zozobra propia que conlleva ser madre, esposa, abuela y tía, llevando intensamente esa fiesta más por dentro que por fuera, con muchas preocupaciones.

Recuerdos. Por todo cuanto aflora en mi mente de años pasados, desde la niñez y mi vida en familia hasta el momento mismo de hoy.

Para todos, los años de la infancia y juventud siempre serán los más gratificantes y recordados. Esas dos etapas de mi vida las pasé aquí en nuestro querido pueblo viviendo en una familia numerosa donde tres mujeres y la abuela teníamos que soportar más pelotas que las que puede haber en un campo de fútbol. Aún recuerdo las palabras de mi hermana cada vez que mi madre daba a luz un nuevo chico y se le cambiaba la cara y decía "otro pelotas".

Mi madre, ¿qué decir de ella? Muchos la conocisteis Siempre fue y será lo más grande para mí (como para cada cual la suya). Motor fundamental de aquella casa, con un montón de hijos que criar, dura faena en el hogar para mantener todo en orden, hacer la comida para todos, abuelos que cuidar, huerto, gorrino s, conejos, gallinas, la oliva, el azafrán y mas y mas, sin parar todo el día, siempre la primera en todo, y por si fuera poco, manteniendo esa sonrisa que le hizo ser admirada y querida por todos. Mujer ejemplar que supo cuidar a toda una abundante familia a la vez que divertir, entretener a unos y otros, participar activamente en las fiestas, misas, ayudando a la gente que lo necesitara y ser ejemplo de alegría y diversión con ese buen humor que le caracterizó. Pero Dios se la llevó demasiado pronto, ¡así es la vida! "sus caminos no son nuestros caminos". Pero, seguro que allá arriba en el cielo estará sintiéndose orgullosa de verme ahora metida en este embolao.

Sin embargo, tal como reza el refrán de "Dios aprieta pero no ahoga", ese mismo Dios que nos la arrebató nos regaló de tierras lejanas una canaria (no un pájaro), una mujer, que sin conocer esta península más que por el mapa, tuvo que hacerse cargo, con tan solo dieciocho años, de su hija, su marido y los cuatro hombres que en la casa quedaban, haciendo esa labor callada de una verdadera y perfecta ama de casa ejemplar, lavando durante los crudos inviernos en esa pila del patio con el agua totalmente helada, preparando diariamente la comida y arreglando cualquier avería (una manitas) con esa humildad que atesora y que le hace ser admirada y querida por todos cuantos tiene la suerte de conocerla.

Lo cierto es, que cuando uno tiene una oportunidad como la que yo estoy disfrutando, son los recuerdos de la infancia los que más intensidad alcanzan. La niñez, esa etapa de ingenuidad nos marca el camino sin damos cuenta. Aquellos cuentos de nuestras abuelas, por la noche alrededor de la estufa: "las tres bolitas", "Marquita la pelotera", "el tío Camuñas" y tantos y tantos otros, junto a nuestros constantes juegos de infancia como escurrimos por la era alta, no había toboganes, o aquellos columpios improvisados en los carros, y quien no recuerda los juegos del churro taina, del potreache, el escondecorrea, el jarrillo de mear, las cuatro esquinas, a la malla en la machacaera o al bote en la puerta de la Benita, que tanto tuvo que aguantamos. Siempre metiéndonos con ella.


i Qué tiempos aquellos i, sin teléfonos móviles, ni play steison, ni ordenadores, ni internet, ni' ropa de marca para lucir el tipo, como tienen todos los jóvenes de ahora, pero luciendo con gracia nuestros calcetinillos hasta las rodillas que aquello que dejaban al descubierto parecía más bien un mapa con tanta costra y grietas, sin Nike, adidas, levis, ni goretex, pero siempre con ese respeto que ahora falta, encontrando otra forma mucho más sana de diversión gracias a una educación recibida, por nuestros padres y por aquellos excelentes maestros como doña Aurora, doña Juanita, don Eloy y también el bueno de don Manuel, el cura.

No hay duda. La sociedad ha cambiado y todos hemos sido culpables de ello, pero es cierto también que todos podemos mejorarla para que nuestros hijos y nietos, yo ya tengo tres por suerte, puedan encontrar un mundo tan feliz como el que nosotros pudimos disfrutar, sin tanto consumismo y grandes ventajas pero con la ilusión, la educación y el reconocimiento a los valores sociales como bandera, evitando olvidar que "No es más feliz el que más tiene sino el que menos necesita" o que es más importante "El ser que el tener" porque todos nacemos con las manos vacías y lo que obtengamos después son ganancias.

Fuimos creciendo, haciéndonos mujeres y hombres, y el destino nos fue acomodando nuestros aconteceres. ¿Quién me iba a decir a mi que un picoleto, joven y de piernas corvadas, ligón, chistoso y adulador, iba a corresponder ser mi sufrido compañero toda la vida? Pero así fue, mi corazón se dejó llevar de un apasionado amor hacia quien, sin ser un Robert Redford en belleza, (todo hay que decido) me dejó prendada gracias a aquel Citroen GS que el muy chulo lucía (un cochazo en aquellos años) y ton tin tonteando caí en sus redes, llevándome al altar muy joven y marchándome fuera a compartir la vida con él.

Madrid, Bilbao, Villalba, cuarteles y más cuarteles y mientras yo, barriga y más barriga hasta tres hermosos hijos. ¡Cuántos años lejos de mi familia! Con ese deseo de volver y abrazarlos y compartir con mis amigos esos ratos inolvidables, cuántas lágrimas derramadas en aquellas soledades en aquellos lejanos lugares..., acostumbrada al bullicio y la algarabía de una familia numerosa, "ahora hasta los tenemos repes" de una casa cuya puerta no se cerraba nunca, de tantas reuniones familiares, de tantos amigos, del corretear por las calles, chismorreando en nuestra Salsa Rosa particular, deshaciendo entuertos de parejas y novios que colocábamos en aquel taller de tricotar del Santo Cristo, mientras tejíamos para Povedano o Feliciano de Valencia. ¡Si las paredes hablaran¡

Todo ha tenido su momento, todo. Nuestros vermuts en el bar de Goyo, la música de aquel radiocassete de la Chavarria poniendo lo que ella quería, al sonido de Adamo y sus manos en la cintura, o afeitando a Angelito el Chache cuando se dejaba, o los rezos del Rosario, o los disfraces cada año, o cuando pedíamos los aguinaldos por Navidad o tantas y tantas cosas. . .

Luego aquellas fiestas, con los primeros toros que nos parecían cabras, donde salíamos todos, con aquellos improvisados toreros con bici y casco, serón y pantalones manchados del miedo que llevaban como don Felipe y Angelito el de Albarañez que cruzaba la plaza cuando el toro no miraba. Ahora con encierro callejero, mostrador como burladero, -bien se lo pueden decir a Felipe-, Pasacalle con el Ratón, juerga de los Romeros, grifo y jamón, canción a la Virgen al estilo San Fermín y revolcones a diestro y siniestro. Fiestas de antaño y fiestas de ahora. Buenas unas, buenas otras, aquellos untaos que hacían nuestras madres en el horno de Amancio bajos en colesterol y ahora, buenos forros y chorizos altos en triglicéridos, pero buenas fiestas, unas y otras.

Pero como es momento de alegrías, hoy abrimos unas nuevas fiestas patronales y me ha tocado a mi hacer este recorrido y servir de Vocera para abrirlas. Me gustaría no haber defraudado a quienes han confiado en mí para pregonar estas fiestas y que mis hijos se hayan sentido orgullosos de ver a su madre en esta nueva tarea que desde ahora voy a tomar como profesión.

Quisiera que nuestra Virgen nos de la fuerza necesaria para que no haya rencillas, enfrentamientos, discusiones, y sí buena armonía, alegría a radiar, buenos rollos, que los toros no cojan a nadie, que los enemigos se hagan amigos y que los jóvenes, quienes deben de ser los principales protagonistas entiendan la fiesta con respeto, disfrutando con sus peñas, como nosotros hemos hecho y seguimos haciendo, con sus juergas y ligoteos, siempre buenos y entiendan la vida con la buena marcha de evitar excesos, conducir en mal estado y creer en una sociedad alegre, con paz, diversión sana, unión familiar, comprensión y haciendo un grito común de no a la violencia, al maltrato, al racismo, a la xenofobia. Y viva el respeto y la libertad. También quiero hacer un recuerdo especial para aquellas personas que hoy no pueden acompañamos por diferentes motivos, unos porque ya han fallecido, como Isaías el mas reciente y otros por cuestiones personales o laborales, como es el caso de mi hija Cristina, que bien lo siente.

Y ahora, descanso de este lío en el que me he metido, descanso porque por fin he acabado, deseando hayáis disfrutado un poco con estas palabras mal hilvanadas y lo hago gritando juntos:

¡Viva nuestra Virgen del Rosario!

¡Viva el Villar de Domingo García!